Es un placer observar algunos de los edificios pensados de forma natural. Cuando se visita el Oceanário de Lisboa es lo primero que sorprende, un enorme ortoedro blanco, la típica caja de zapatos, recubierta de escamas de cerámica blanca. Una delicia para la vista y multitud de posibilidades para apreciar como la luz incide en ellas y cambia las formas.