De como puede sobrevivir el alma de una ciudad de 3000 años en el siglo XXI, Lisboa tiene la respuesta. Sin abandonar su ancestral espíritu que rezuma historia, convive perfectamente con las costumbres de la modernidad. ¿La clave? andar y no correr, con zonas industriales muy deterioradas del siglo XIX que van siendo lentamente adaptadas a los nuevos gustos sin olvidar su pasado industrial, tambien sirven de enlace entre la vieja Lisboa de piedra y teja a la luz y formas de la nueva Lisboa.
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