Pocas palabras pueden explicar algo tan evidente como un encuentro personal con un dios. Mentira tras mentira, en pos de la captación de fieles a través de las desgracias sufridas, en los momentos en los que más vulnerables se encuentran, ellas aprovechan para aumentar el rebaño. El hijo de su dios las hubiese perseguido como a los comerciantes en el templo. Todo ello bajo el palio de la diócesis de Astorga.